Gerardo Fernández Noroña, repudiado por el PT y marginado en Morena
5/5/20252 min read


Gerardo Fernández Noroña ha pasado de ser un ícono de la izquierda combativa a convertirse en un estorbo incómodo, tanto para el Partido del Trabajo como para Morena. Su exclusión reciente de un acto partidista del PT, donde fue calificado abiertamente como “traidor”, no es solo un tropiezo político: es el síntoma claro de una caída en desgracia.
Durante años, Noroña se autoproclamó la voz de los sin voz, el defensor del pueblo frente a los poderosos. Sin embargo, su discurso encendido y su retórica radical ya no convencen ni siquiera a quienes fueron sus aliados. La Asamblea del PT dejó en evidencia que ya no lo consideran parte del proyecto, al menos no de uno que tenga algo que ver con coherencia y lealtad.
Lo más preocupante para quienes alguna vez creyeron en él no es la crítica externa, sino la decepción interna. El PT lo acusa de chapulineo, de anteponer su interés personal a los principios del movimiento. Su cercanía con otros grupos y su aparente disposición a negociar cargos y posiciones lo pintan más como un político tradicional que como el luchador social que pretendía ser. Para muchos, ha dejado de ser un referente de la izquierda para convertirse en otro oportunista más.
Sus contradicciones son ya imposibles de ocultar. Quien antes denunciaba los lujos del poder, hoy viaja en primera clase y se mueve en camionetas de alta gama. ¿Qué fue de aquel hombre que se proclamaba austero y radical? Su estilo de vida desentona groseramente con sus discursos de justicia social. Esa incoherencia ha roto la confianza de sus bases y ha provocado el rechazo de sus propios compañeros.
Y cuando llegó el momento de la autocrítica, Noroña optó por el berrinche. En lugar de aceptar con humildad las razones del PT, reaccionó con desdén y soberbia, alimentando aún más la percepción de que ha perdido el rumbo. Su enojo parece más el de un político herido en su ego que el de un militante comprometido con un proyecto colectivo.
Morena, por su parte, ha guardado silencio. Pero su silencio dice mucho. Ya no se le ve con la misma cercanía a Claudia Sheinbaum ni forma parte de las estrategias de campaña. Su figura resulta incómoda, incluso contraproducente. La llamada “Cuarta Transformación” ya no tiene espacio para personajes que predican una cosa y hacen otra.
Así, la caída de Noroña no es solo un castigo de su partido de origen. Es la consecuencia de su propia desconexión con los ideales que alguna vez dijo defender. El pueblo, que tanto invocó, ahora lo mira con desconfianza. Y sus compañeros, con desprecio.