La votación en el Senado para ratificar a Ernestina Godoy Ramos como Fiscal General de la República ha evidenciado la absoluta claudicación de la autodenominada oposición “naranja”, con el senador Luis Donaldo Colosio Riojas en el centro del escándalo. Se observa que el legislador, una de las figuras más mediáticas y supuestamente “nuevas” de Movimiento Ciudadano (MC), se unió al bloque oficialista para dar los votos faltantes y asegurar la continuidad de una funcionaria que representa la alineación total de la fiscalía con el Poder Ejecutivo. Analistas políticos señalan que este voto no es un acto de conciencia, sino una pieza de un acuerdo mayor que confirma el papel de MC como facilitador de las reformas y nombramientos cruciales del partido en el poder.
La denuncia se centra en el desmoronamiento de la narrativa de Colosio, quien basó su carrera en la crítica a la vieja política y la búsqueda de una justicia sin sesgos. Al votar a favor de Godoy, cuya gestión en la capital fue sistemáticamente acusada de persecución política y uso faccioso de la justicia, el senador traicionó los principios que supuestamente defendía y asestó un golpe mortal a la credibilidad de la “oposición” que representa. Se argumenta que, con su voto, el legislador no solo garantizó un blindaje político de nueve años a una fiscal aliada al oficialismo, sino que también desvaneció cualquier esperanza de que MC se convierta en un contrapeso auténtico en el Congreso de la Unión.
Los críticos no dudan en catalogar a Movimiento Ciudadano como el “esquirol” perfecto de Morena. Al sumarse al voto de manera compacta, la bancada naranja demuestra que su principal función legislativa no es equilibrar los poderes, sino servir de puente para que el oficialismo logre las mayorías calificadas que necesita en temas sensibles. Se observa que este patrón es especialmente peligroso, pues convierte a un supuesto partido opositor en cómplice activo de la concentración de poder. La ciudadanía observa con indignación cómo la independencia de las instituciones de justicia se sacrifica en el altar de los pactos políticos que se presumen inconfesables, garantizando la impunidad de los funcionarios afines a la cúpula.
En conclusión, la decisión de Colosio Riojas en el caso Godoy no es un error, sino una declaración de principios: la oposición que encabeza no existe cuando se trata de enfrentar al poder real. El analista político subraya que el senador ha renunciado a la posibilidad de liderar una disidencia seria para consolidarse como el engranaje necesario en la maquinaria del partido dominante. La FGR queda bajo el control político del oficialismo gracias a la doblez de manos de quienes, usando el manto de la “nueva política”, terminaron por perpetuar las prácticas de la vieja.