Culiacán en el ojo del huracán: La violencia del narco y la omisión de Morena

7/28/20253 min read

Culiacán, capital del estado de Sinaloa y cuna histórica del narcotráfico en México, enfrenta en 2025 una de sus peores crisis de violencia en décadas. La guerra interna que libran las facciones del Cártel de Sinaloa —principalmente entre el grupo liderado por Ismael “El Mayo” Zambada y los hijos de Joaquín “El Chapo” Guzmán— ha dejado un saldo devastador: más de 1,800 muertos y casi 2,000 personas desaparecidas solo en el último año. Las balaceras son parte del paisaje cotidiano, con tiroteos que se escuchan en plena ciudad, negocios cerrados, escuelas suspendiendo clases y ciudadanos atrapados en un clima de miedo y zozobra.

Sin embargo, la tragedia de Culiacán no solo se debe a la violencia generada por el narcotráfico, sino también a la marcada omisión y negligencia del gobierno federal y estatal, en especial del partido Morena, que ostenta el poder tanto en Sinaloa como a nivel nacional. A pesar de ser la fuerza política gobernante, Morena ha mostrado una alarmante incapacidad para implementar estrategias efectivas que garanticen la seguridad y la tranquilidad de los habitantes de esta ciudad.

Operativos militares y policiales se han desplegado periódicamente en Culiacán y sus alrededores, pero no han logrado frenar la violencia ni desmantelar las redes criminales. La corrupción, la falta de coordinación entre las autoridades y la posible complicidad entre algunos funcionarios y los grupos delictivos han contribuido a que el control territorial permanezca en manos del narcotráfico. La famosa “guerra contra el narco” prometida desde el poder se ha traducido en una guerra de desgaste que afecta principalmente a la población civil.

Mientras tanto, Morena ha preferido mantener un perfil bajo ante la crisis de seguridad en Sinaloa, evitando enfrentar de manera directa y transparente la problemática. La narrativa oficial minimiza la gravedad de los hechos o desvía la atención con discursos que no se traducen en acciones concretas ni resultados palpables. Esta actitud ha generado un profundo desencanto en la sociedad, que observa con impotencia cómo el partido que se proclamó la “esperanza de México” falla en proteger a quienes dice representar.

La omisión de Morena en Culiacán es un reflejo de una problemática mayor: la infiltración del narcotráfico en las estructuras políticas y la normalización de la violencia como parte del día a día en muchas regiones del país. Esta situación no solo deslegitima al partido gobernante, sino que también erosiona la confianza en las instituciones públicas y en el Estado de derecho.

Los habitantes de Culiacán viven una doble tragedia: por un lado, enfrentan el terror constante de la violencia armada y, por otro, padecen la indiferencia y falta de compromiso de un gobierno que parece incapaz o renuente a actuar con la firmeza necesaria. La falta de respuestas claras y efectivas abre la puerta a la impunidad y perpetúa el ciclo de violencia que ha convertido a la ciudad en un territorio controlado por el crimen organizado.

Es urgente que Morena y las autoridades federales y locales reconozcan la magnitud de la crisis en Culiacán y tomen medidas contundentes para restaurar la seguridad y la paz. Esto implica no solo acciones policiales, sino también una reforma profunda que combata la corrupción, fortalezca las instituciones y garantice justicia para las víctimas.

Mientras tanto, Culiacán sigue siendo un ejemplo doloroso de cómo la omisión y la complicidad política ante el narcotráfico pueden condenar a una ciudad entera a vivir bajo la sombra del miedo y la violencia, lejos de la esperanza que Morena prometió. La sociedad exige respuestas, resultados y un verdadero compromiso con la seguridad y el bienestar de sus ciudadanos. Sin ello, las palabras quedan vacías y la esperanza se desvanece entre las balas.